Aprovechando el reciente estreno de la película «Tierra de Dios», que ha recibido críticas muy positivas y ha sido galardonada con numerosos premios de cine, quería realizar un pequeño texto sobre ésta, los temas que aborda, muchos concernientes al medio rural agrario, y analizar también dos películas anteriores, las que yo considero sus dos mayores influencias.
«Tierra de Dios» es una historia sobre un granjero de Yorkshire (Inglaterra), que tiene que lidiar con una familia difícil, un trabajo duro y con sus propias carencias emocionales, que le hacen caer en la bebida. Es con la llegada de un joven, contratado para ayudar en la granja, con la que su forma de ser cambiará, sus modales se relajarán y empezará a adoptar una perspectiva más positiva.
Muchos verán en «Brokeback Mountain», de Ang Lee, una clara fuente de inspiración para esta película, sin embargo, yo particularmente creo que «Tierra de Dios» está más influenciada por «Tom en la granja», del canadiense Xavier Dolan. Existen evidentes diferencias entre las tres: «Tierra de Dios» carece de la narrativa (más cercana a la forma de contar historias de Hollywood y, por tanto, más accesible) y la buena composición de personajes de «Brokeback Mountain», y se aleja de las ambiciones visuales de «Tom en la granja», pero triunfa donde aquellas dos solo lo hacían muy tímidamente, en la fiel representación de la vida en el mundo rural.
En estas imágenes ya se pueden observar algunas diferencias visuales entre estas películas. «Brokeback Mountain» presenta una imagen nítida, limpia, de colores claros que evocan cierta paz y tranquilidad.
«Tom en la granja», por el contrario, muestra imágenes mucho más sombrías, con planos incómodos, la cámara parece escondida y la atmósfera es asfixiante. Es el tono agobiante de un drama familiar convertido en thriller, una atmósfera de suspense.
Y, por último, vemos cómo «Tierra de Dios» muestra una imagen algo más «sucia» que «Brokeback Mountain», con colores más grisáceos, pero de una cierta paz, una especie de soledad tranquila. Trata claramente de envolver al espectador en la trama, de trasladarle a ese mundo, sin renunciar a mostrar la dureza del campo.
Como sucede en «Tom en la granja», la historia de «Tierra de Dios» se centra en la llegada de un extraño a la granja familiar. Ambas muestran familias apenadas por la pérdida y difícilmente unidas por frágiles lazos, y ambas se desarrollan sobre las consecuencias que tiene la presencia de ese extraño para la familia. Por otro lado, entre ambos granjeros surge un sentimiento que se asemeja más a la tierna relación de «Brokeback Mountain», alejándose así de la toxicidad de «Tom en la granja».
«Tom en la granja» hace amagos de mostrar la dureza del trabajo agrario en el seno de una familia que sufre la pérdida de uno de sus miembros, las dificultades de vivir aislado, la obligación de continuar con el trabajo heredado. Todos estos temas aparecen en «Tierra de Dios», pero ésta da un paso más y muestra verdaderamente las dificultades que tiene vivir en el medio rural (británico en este caso). Además, aparecen en pantalla las prácticas ganaderas más frecuentes, que normalmente quedan fuera de plano en este tipo de películas: palpaciones, partos de ovejas, el continuo trabajo de limpieza e higiene, el esparcimiento del estiércol para abonar la tierra o el tratamiento con antibióticos, e incluso se llega a mencionar, en varias ocasiones, la necesidad de contactar con el veterinario (el cuál hace una aparición circunstancial en la película) para que examine una de las ovejas. Todas estas cuestiones apenas aparecen en el mucho más idílico romance entre pastores de la más reconocida por el gran público, «Brokeback Mountain».
Por su parte, «Tierra de Dios» trata de conseguir una ambientación inmersiva del campo, de la belleza natural del mundo alejado de las urbes, sin embargo, a la cámara de falta amplitud, se centra demasiado en sus personajes y la relación que se establece entre ellos, como para ser verdaderamente una película que destaque por su atmósfera envolvente. En su lugar, esto queda en un segundo plano en gran parte de la película, primando el relato amoroso que, a su vez, cae en muchos clichés ya vistos en otras películas similares (con la salvedad de la última parte de este relato que resulta ser abrumadoramente conmovedora).
La parte más sentimentalmente dura es, en realidad, la de la familia disfuncional que trata de sobrevivir en un medio hostil. Este segmento de la película es tan agobiante como real, a semejanza de lo que sucedía en sus predecesoras, si bien el drama familiar no queda tan bien dibujado como en aquellas. El problema de esta película no es realmente que se halle sobrecargada de temas, pues todas estas cuestiones suceden a la vez en la propia vida real, sino que podrían haber tenido un desarrollo más completo y, en su lugar, se encuentran todas en un mismo desenlace.
Poco se puede reprochar al director, que aprovecha los silencios tratando de mostrar, y no tanto de contar, lo que está sucediendo entre los personajes. Es un detalle aparentemente insignificante, pero demuestra que el director tiene un visión y sabe lo que quiere transmitir. El problema viene cuando en algunas ocasiones ese sentimiento no termina de atravesar la pantalla. Por supuesto hay que destacar que sí lo consigue en muchas escenas, algunas de ellas arrebatadoramente bellas, casi más por su sencillez y honestidad emocional que por la técnica que hay detrás.
En definitiva, tengo que decir que personalmente salí muy satisfecho de esta película. No sé hasta qué punto un espectador más ajeno a este mundo podrá entender todo lo que trata de mostrar la película y estoy seguro de que será un filme que complacerá a gran parte de la comunidad LGTBIQ+, sin embargo, yo quedé más fascinado por lo que muestra del mundo rural y cómo lo muestra.
Anna DeLarge
Víctor G
filmovet.wordpress.com 
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